lunes, 24 de enero de 2011

¿LA POLÍTICA AL SERVICIO DEL BIEN COMÚN?

Borges     
Existe tal nivel de crispación política, que cada día resulta más irrespirable este ambiente tóxico que nos está dominando. Se supone que unas personas que han decidido desempeñar un cargo político deberían tener la suficiente sensatez como para procurar un equilibrio entre el espacio del acuerdo y el de la discrepancia y no estar siempre generando violencia con la palabra. La defensa de las posiciones ideológicas expresada con el debido respeto, es lo deseable si lo que se pretende es cumplir con los objetivos marcados para el bien común de la sociedad, trabajando codo a codo con el adversario sin sembrar tanta argucia, tanta sospecha y tanta escaramuza como se viene haciendo cada día. A veces me pregunto: ¿Son en realidad estas personas conscientes de que la crispación política genera un caldo de cultivo idóneo para que los violentos y fanáticos escuden sus acciones? ¿Se plantean como puede llegar a responder un extremista desequilibrados a la bilis que sueltan ciertas bocas? Ahí tenemos lo sucedido en Tucson (Arizona) el pasado día 8 cuando Jared Lee Loughner, un joven de 22 años, ofuscado y violento, disparó a la cabeza de la congresista Giffords, mató a seis personas (entre ellas una niña de nueve años) e hirió a otras 14, en medio de un acto público. Por tanto, ha tenido que ocurrir esta matanza que ha conmocionado al país, para que la clase política y mediática de EEUU se pregunte si no se ha llegado demasiado lejos en la escala de descalificaciones, insultos, y manipulaciones que invaden las ondas (como son los discursos público del movimiento ultraconservador Tea Party, incapaz aún de digerir la llegada a la Casa Blanca del presidente Obama).

Mientras en Arizona la gente intenta superar la tragedia, en España el ambiente político-mediático se caldea ante las acaloradas deducciones que de este suceso hacen los unos, argumentando las ideas políticas del asesino como nazis, y los otros como “liberales”, o lo que es lo mismo, como “progresista”. Insultos, recriminaciones, falacias, y un rosario de “bellas” calificaciones, surgen a través de las ondas acrecentando el nivel de violencia, hasta que el pasado día 16 la crispación política golpea de nuevo y el consejero de Cultura y Turismo de Murcia, Pedro Alberto Cruz, es agredido brutalmente.

El Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil, comienzan la investigación de estos hechos deleznables, mientras las soflamas incendiarias acrecientan el clima de animadversión. El día 17 unos encapuchados atacan con pintura la sede de los socialistas valencianos y de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), y días después, un individuo intenta quemar la casa de la alcaldesa socialista del municipio de Turís (Valencia), Pilar Blasco.

El discurso del odio continúa envenenando la democracia y se recrudece durante la convención del PP en Sevilla, cuando Jaime Mayor Oreja le pone la guinda a la tarta diciendo que no es posible seguir en España "abrazados a la cultura de la muerte", que es lo que "ha hecho el PSOE durante los últimos años", en referencia a la ley del aborto.

Ante estas afirmaciones, que me parecen gravísimas, quiero decirle a Jaime Mayor Oreja, que en los ocho años de Gobierno de José María Aznar, siendo él Ministro del Interior, en España ya estábamos “abrazados a la cultura de la muerte”. ¿O es que no se acuerda ya de los 511.429 abortos que se llevaron a cabo sin que se llegara a realizar ninguna campaña de prevención ni sensibilización? Partido Familia y Vida ¿No se acuerda tampoco el señor Mayor Oreja de que el número de abortos se incrementó en un 152% respecto al último año del PSOE y que en ningún momento que yo sepa se oyó ese reclamo del derecho a la vida, ni por parte del Partido Popular ni por parte de la Conferencia Episcopal Española? ¿Cómo se puede tener tanto cinismo? Manifiesto por la vida Y si seguimos hablando de “abrazar la cultura de la muerte” ¿Debería recordarle, también, el apoyo de José María Aznar a la criminal invasión de Irak, cuya cifra de muertos se estima alrededor de 150.000, siendo el 80% de civiles? Y lo más lamentable: al día de hoy José María Aznar no ha sido capaz de mostrar un mínimo gesto de pesar sino que, por el contrario, sigue reiterando su apoyo.

Usted sabe, señor Mayor Oreja, que con esta estrategia de reproches tan mezquinos que está usted llevando a cabo, lo último que pretende es responder a los intereses de los ciudadanos y sí, a los intereses puramente electoralistas, ante la falta de baza política en las próximas elecciones.
 
                                                 Maite García Romero

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jueves, 13 de enero de 2011

VIOLENCIA DE GÉNERO - APOLOGÍAS PONTIFICALES

El 2010 puede decirse que ha sido un año absolutamente negativo en cuanto a la violencia de género. Se cometieron 72 asesinatos de mujeres a mano de sus parejas o ex pareja, dieciséis más que en 2009, según datos del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Hasta hoy me había resistido a escribir sobre este tema que ya traté hace un tiempo, pero las declaraciones que hizo Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares y responsable del área de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal, el pasado día 2 durante la Misa de Familia, no dejan de girar como aciaga noria en mi cabeza, desde entonces. Sentenciar que la violencia doméstica se da sobre todo en aquellos procesos de separación y divorcio, en aquellos procesos de litigio, "de manera que los matrimonios canónicamente constituidos tienen menos casos de violencia que aquellos que son parejas de hecho o personas que viven inestablemente", ha causado malestar hasta en la propia Iglesia.

En los matrimonios católicos se da y se ha dado tanta violencia, al menos, como en el resto, el maltrato no tiene nada que ver con un modelo concreto de familia. Aparte, los datos del Observatorio no especifican nunca si las mujeres casadas con orden de protección están unidas a sus agresores por la Iglesia o por lo civil porque los organismos en los que las víctimas pueden solicitar las medidas de protección no suelen formular esta pregunta. Y además, que importa si esas mujeres asesinadas eran de otro país, de otra etnia, estaban casadas por la iglesia, por lo civil, fuesen pareja de hecho, del mismo sexo o fuesen solteras o divorciadas ¡por Dios! ¿Es que acaso no eran ante todo seres humanos? Muchas de ellas tenían hijos, tenían padres, hermanos, nietos. Pero todas, monseñor Reig, todas tenían miedo. Por lo cual, déjeme que le diga que seguir apostando por la indisolubilidad del matrimonio, seguir condenando el divorcio a toda costa, es seguir posibilitando el maltrato contra la mujer. La fe no es ningún correctivo que impida la ruptura de un matrimonio, se lo digo yo que estoy en el ruedo, y no dando consejos desde la barrera.

Otra cosa, monseñor, y ya acabo: ¿por qué en vez de condenar tajantemente estos crímenes, sin más, se sirve de ellos para hacer apologías pontificales, cuando no política? Si la Jerarquía católica quiere exaltar el valor de la familia y de la vida para la Iglesia y para una sociedad que quiera mirar al futuro con esperanza, no debería seguir bendiciendo como designio divino la cultura patriarcal en la que se supedita la mujer al varón. Esa desigualdad y el temor, es lo que ha llevado a muchas mujeres a verse obligadas a seguir unidas a un hombre que las maltrataba, por motivos religiosos o porque no tenían cómo salir adelante. Por ello, monseñor, es mi deseo decirle que en miras al valor de la familia, de la vida y de una sociedad que quiera mirar al futuro, las mujeres seguiremos luchando siempre por nuestros derechos específicos y una más justa situación, dentro y fuera de la Iglesia.

Aquel que tiene algún derecho, tiene como expresión de su dignidad, la obligación de reclamarlo…”   (Juan XXIII)

                                                      Maite García Romero