miércoles, 18 de enero de 2012

EL GRAN LEGADO DE BUSH


El pasado 15 de diciembre, Estados Unidos puso fin a la sangrienta, inmoral y errónea guerra iraquí que comenzó hace nueve años y que se llevó la vida de más de 150.000 civiles y casi 4.500 militares estadounidenses, según los medios occidentales.

Los estadounidenses se retiran dejando un país destruido, una sociedad destrozada y un pueblo completamente dividido. La gente carece de servicios públicos, hay más hambre, más enfermedades y se cometen asesinatos casi a diario. Se van tal cual entraron: mintiendo, tergiversando, manipulando datos. Si entonces justificaron la invasión alegando a las supuestas armas de destrucción masiva, ante la incapacidad de demostrarlo el Gobierno de Bush expuso de inmediato su estrategia y comenzó a vender la guerra como necesaria para “llevar la democracia a Oriente Medio”. Así ahora afirman, como dijo el secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, que los iraquíes están mejor que nunca. Que “el sueño de un Irak independiente y soberano es ya una realidad”, y que “hemos derramado mucha sangre aquí […] para lograr […] hacer un país soberano e independiente y capaz de garantizar su propia seguridad”. El día 5 de enero, una cadena de atentados en distintos barrios de Bagdad, causaba 63 muertos y casi doscientos heridos.

Nos preguntamos cuándo decidirá Barack Obama cerrar Guantánamo, o lo que es lo mismo, cuándo decidirá cumplir con su palabra. Echamos la vista atrás y comprobamos que hace exactamente diez años, el 11 de enero de 2002, que llegaron los primeros presos al centro de detención de Guantánamo, una de las cárceles más tristemente famosas del planeta. Era la avanzadilla de las cerca de 800 personas que han pasado por la base estadounidense a lo largo de la última década y en la que se han enfrentado a maltratos, torturas y muerte. Apenas transcurrido seis días de aquel nefasto 11-S, el entonces presidente de los EEUU George W. Bush dispone “su guerra contra el terror”, autorizando a la CIA a establecer centros de detención en todo el mundo. Dos meses después, la Agencia Central de Inteligencia ya tenía autorización para detener indefinidamente y sin derecho a juicio a cualquier sospechoso de terrorismo. Esto fue el principio de la ‘doctrina Bush'. Principio que por cierto AÚN HOY PERDURA bajo la administración Obama. Guantánamo es el símbolo de la más infame violación de derechos humanos cometida al calor de la “guerra contra el terror”.

Lo que queda tras esta década de políticas antiterroristas estadounidenses es un "legado tóxico para los derechos humanos" –afirma Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España – "El sistema de excepción ha permanecido igual, a grandes rasgos, con la nueva administración", ya que se mantienen "los tribunales militares y aún quedan 161 personas dentro". A los presos en Guantánamo hay que sumar el número de desaparecidos y detenidos en cárceles secretas de la CIA, cuyo número aún se desconoce, y las 2.100 personas que aún siguen recluidas en la prisión de Bagram, en Afganistán, sin cargos ni juicio. "Tanto en las bases de Afganistán como de Irak se ha detenido a cientos de personas, se las ha torturado y maltratado durante años bajo custodia estadounidense".

Que duda cabe que el "legado" de Bush aún tardará años en subsanarse. El mundo no es más seguro después de sus 8 años de mandato. Aunque él se empañara en hacérnoslo creer: «Con Sadam fuera del poder, el mundo es un lugar mejor y más seguro» (con esta frase resumió su particular visión de la situación mundial, en una entrevista concedida a Larry King en la CNN el 15/08/2004). Qué absurdo. Sólo hay que repasar lo sucedido en Pakistán, Afganistán, Irak, Irán, Palestina, Al-quaida en el Magreb, (Mali, Mauritania), los atentados en Londres, Madrid, el incumplimiento de los objetivos del milenio con el consecuente aumento de la desigualdad y la extrema pobreza, el rechazo a la firma del protocolo de Kioto en 2005, la desregulación de los mercados financieros internacionales que trajo la crisis que todavía nos azota, Guantánamo, Abhu Graid y la extensión de la tortura por todo el planeta en bases militares americanas. ¿Es realmente este mundo mejor y más seguro?

Cuando el pasado día 12 vi por TV las imágenes de los cuatro marines norteamericanos orinando sobre los cadáveres de varios talibanes en Afganistán y escuché cómo el Pentágono intensificaba sus intentos para evitar este tipo de imágenes que van contra los valores de las Fuerzas Armadas (después de que en 2004 se filtraran fotos de maltrato, abusos y tortura a presos en la prisión estadounidense en Irak de Abu Ghraib, y sobre todo, de las barbaridades que Wikileaks reveló sobre los cientos de informes que las autoridades estadounidenses dejaron sin investigar), me pregunté: ¿Dónde están esos valores de Las Fuerzas Armadas? ¿Dónde está la ética militar?

A día de hoy, el conocido mundialmente “presidente de las guerras” George W. Bush, llena sus arcas con la multimillonaria venta de su libro "Decisión Points" autobiografía en la que justifica y reconoce que autorizó la tortura.
Deplorable.
                                                      Maite García Romero