viernes, 1 de febrero de 2013

LA POLÍTICA DE LA INVOLUCIÓN

El pasado 20 de enero la Iglesia celebró la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado 2013. El mensaje de Benedicto XVI exhorta a una “solidaridad universal” como principio fundamental de que “todo migrante es una persona que, como tal, posee unos derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación”. Sin embargo, este mensaje topa en la práctica con unas políticas y leyes totalmente injustas que están poniendo en peligro el ejercicio de los derechos fundamentales del ser humano como es el actual proyecto de reforma del Código Penal, así como el Decreto Ley (16/2012) sobre medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del sistema nacional de Salud, que más allá de racionalizar el gasto, lo que consigue es dejar sin atención sanitaria a aquellas personas que no disponen ni de documentos ni de medios económicos. Con lo cual, pienso, que ningún ahorro económico por cuantioso que sea, compensará la manera en la que esta medida envilece a nuestra sociedad.

Me pregunto por qué un gobierno afín a la Iglesia católica demuestra esa carencia de valores humanos al emplear semejante táctica política dirigida, prioritariamente, a mantener los privilegios de las oligarquías políticas, financieras y monopolista, en medio de una crisis devastadora que ha disparado las cifras de pobreza y desigualdad en nuestro país ¿Es de suponer que para ser un buen católico basta con ser pro-vida y pro-familia y lo demás no importa? Digo esto porque tampoco me cuadra la reforma de la Ley del aborto del Ministro de Justicia Ruiz Gallardón, sustentada en la teórica defensa del no nacido, donde la malformación del feto no será ya un supuesto para abortar. De acuerdo; pero me pregunto: ¿y qué pasa con posterioridad al nacimiento cuando son discapacitados? ¿Qué pasa con los derechos que deben ser destinados a estos niños de forma inviolable y personal? ¿Es que una vez nacidos ya no tiene razón ser defendidos? ¡Cómo es posible que se les recorten las ayudas económicas a estas criaturas, por Dios! Según el cardenal Antonio Cañizares la propuesta del Ministro de Justicia sobre la reforma de la ley del aborto para excluir como causa la malformación del feto es "muy razonable" y piensa que es "lo mínimo que se debe hacer". "¡Qué menos!", exclamó en respuesta a preguntas de los periodistas tras pronunciar una conferencia en uno de los cursos de verano de la Universidad Católica en Santander. (Religión Digital) Sin embargo, que yo sepa, monseñor Cañizares no ha exclamado nunca un “qué menos” exigiendo los derechos de estos niños discapacitados. ¿Por qué? ¿Es que acaso esto no es razonable también? ¿No es lo mínimo que se debe hacer?

Yo esperaba que la Conferencia Episcopal Española —a quien se le supone una autoridad moral importante— levantara su voz en contra de estas medidas tan injustas y desiguales que se están llevando a cabo. Pero no. El cardenal Rouco Varela ha levantado la voz para mostrar su confianza y complicidad en que “los recortes económicos y sociales ordenados por el Gobierno contribuyan a mejorar la situación de las personas y las familias para poder superar la crisis”, como dijo el pasado 07/2012 durante el curso de verano de la URJC en Aranjuez. Ni siquiera la CEE ha hecho una llamada contundente a la justicia y a la honestidad de los dirigentes políticos. ¿Por qué ese mutismo, esa incapacidad de la Jerarquía católica para articular un mensaje social decisivo y claro contra tanta injusticia y corrupción política? Cada vez que leo un documento de la CEE o cualquiera de las declaraciones pública de los obispos, las únicas censuras y condenas que encuentro son siempre las mismas: las relaciones sexuales prematrimoniales, métodos anticonceptivos, matrimonio homosexual, divorcio, interrupción voluntaria del embarazo, el matrimonio de los sacerdotes, el sacerdocio de las mujeres, la fecundación in vitro, la investigación con células embrionarias y la eutanasia. ¿Es que no son capaces de ir más allá? Me gustaría encontrar alguna vez un respaldo a la escuela pública, a la sanidad, a la educación sexista, a las leyes de igualdad de género y a los derechos de toda persona ante la Ley.

Uno puede creer en Dios o no, pero más allá de la religión y de las creencias personales uno siempre debería creer en todas esas organizaciones religiosas que están trabajando día y noche en las trincheras contra la exclusión social, con emigrantes, hambrientos, desahuciados, sin techo y enfermos. Todas esas personas bienhechoras que son parte de la misma Iglesia pero que habitan universos paralelos, son las que en cierto modo salvan la cara a una Iglesia católica cuyo poder ha llegado a usurpar el espacio entre Dios y el hombre.

Se han vulnerado los derechos del niño con discapacidad. Se han vulnerado alegando a la crisis económica que padece este país. Se han vulnerado vilmente mientras los bancos robaban “legalmente” a los ciudadanos y algunos políticos “capacitados” robaban a las arcas públicas con total impunidad. Si en el estudio de la evolución humana ocuparse de los débiles y de los enfermos es un criterio de humanización, ¿podemos concluir diciendo que estamos en una etapa de involución y deshumanización? Me cuestiono y me alarma la naturalidad con la que estas líneas rojas son traspasadas actualmente. ¿Hasta dónde se pretende llegar?


                                                                          Maite García Romero
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

6 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Se está vulnerando tod, en este país gobernado por delincuentes. Pero ahí tienes a los seguidores del papa y a él mismo, sin levantar la voz para defender los derechos de los que sufren.
(Claro que después de decir que la pederastia era "costumbre", espero de la iglesia cualquier disparate).

Ricardo dijo...

Muyy bueno el artículo, muy bueno Maite! coincido totalmente contigo. Y yo me pregunto, ¿despertaremos algún día o hasta cuándo vamos a seguir asi?..pues da escalofrios ver como nuestros dirigentes miran hacia otro lado antes las miserias ajenas, y ¿no son más miserables entonces los que lo fomentan y permiten?

Mark de Zabaleta dijo...

Me he quedado profundamente impresionado por tu meditado artículo.
Magistral.

Vegalonso dijo...

Un pormenorizado análisis de la situación que atravesamos, como suelen ser habitualmente los tuyos. Pero en él hay algo que quiero destacar.
Al margen de ideologías yo trato siempre de entender racionalmente los comportamientos de los seres humanos. Y puedo no aceptar como adecuada una medida, que yo nunca hubiera tomado, pero entender los motivos por los que el que lo ha hecho lo hizo. Pero soy incapaz de comprender como la iglesia católica actúa de la forma que actúa si su doctrina proviene de lo que Cristo dictó en su tiempo.
Así que tú última pregunta la respondo presumiendo que en nuestro país la práctica religiosa irá desapareciendo progresivamente de la mayor parte de la sociedad, aunque se sigan celebrando todas sus fiestas.
Un abrazo

Carlos Iglesia González dijo...

Muy bueno Maite me ha encantado, profundiza mucho y bien en lo que pienso hace mucho tiempo, creo que ya está bien que el clero en general se deje de monsergas y vaya al grano, aúnque jamás harán una crítica constructiva de los abusos del poder, por que ellos mismos son el abuso y una parte del poder. Precioso

Alejandro Fuentes dijo...

Enhorabuena Maite, como siempre un artículo impecable. Estoy completamente de acuerdo con usted, es lamentable la situación en la que nos encontramos hoy en dia, la iglesia se ha estancado en el pasado y parece que no quiere evolucionar con los cambios.
Cuánta hipocresía enmascarada, pero a la iglesia le viene bien mantenerse al margen de todos estos problemas, así ha sido siempre y así seguirán. Un fuerte abrazo.