domingo, 17 de noviembre de 2013

POR UN MUNDO SIN MURO

Aquí tenemos otra medida perversa e inhumana: El Ministerio del Interior reintroduce las cuchillas en la verja de Melilla. Desde que el pasado 31 de octubre leí esta noticia no he dejado de pensar en ello. Al parecer, la presión migratoria sobre Melilla y en menor medida sobre Ceuta, ha incitado a Interior a tomar unas medidas disuasoria que el anterior presidente José Luís Rodríguez Zapatero se comprometió a quitar en 2006 después de haber ordenado su colocación un año antes. Debido a los profundos cortes, infecciones e incluso algunas muertes que provocaron en los subsaharianos que trataban de entrar en la ciudad autónoma escalando la verja, y a las protestas de ONG españolas e internacionales, en 2007 las lesivas cuchillas tuvieron que ser eliminadas. Ahora, seis años después, la Delegación del Gobierno del PP anuncia el inicio de las obras en la frontera: en el plazo aproximado de un mes se habrá aplicado de nuevo el mismo procedimiento infame, salvaje y xenófobo de la reintroducción de cuchillas en el perímetro de Ceuta y Melilla. ¡Vergonzoso! Usar esas concertinas o cuchillas, para semejante fin es de una crueldad que no tiene nombre. Una auténtica salvajada propia de seres sin escrúpulos, sin empatía y sin muestra alguna de amor al prójimo. Como española me avergüenza formar parte de una nación que es capaz de usar estas técnicas maquiavélicas para hacer sufrir a otros seres humanos.

        Si actualmente es del todo ilegal la cacería (o defender la propiedad privada y el ganado) con métodos dolorosos como cepos o trampas tenazas ¿cómo es posible que se utilicen con seres humanos métodos igualmente dolorosos como son las cuchillas camufladas? ¿Qué medidas serán las siguientes? ¿Vallas de alto voltaje? ¿Francotiradores? Con qué estupor nos contemplarán las futuras generaciones cuando miren hacia atrás.

        Las organizaciones con responsabilidades de control de fronteras han de ejercer sus funciones, me diréis. De acuerdo. Pero deberían de ejercerla con plena garantía de los derechos humanos. Si la causa de los flujos migratorios es el hambre y la desesperación por tener una vida mínimamente digna en el país de origen ¿no es de lógica que busquen otra salida? ¿No es eso lo que a través de la historia se ha venido haciendo en todos los países y continentes de este planeta? En sus intentos por lograr una vida mejor no sólo se ven enfrentados a éste primer mundo despiadado sino a las mafias que se dedican a organizar los viajes clandestinos y que trafican con sus deseos y sueños cobrándoles abusivas sumas de dinero y sometiéndolos a transportes que comportan un riesgo enorme. Y me pregunto: ¿es la solución a éste drama la doble verja que rodea Melilla, la alambrada encubriendo cuchillas o la posterior devolución a los países de los que huyen  despavoridos de las hambrunas y demás calamidades? ¿Creen los políticos que elevando la verja y camuflando cuchillas se acaba con el problema? ¡Qué ilusos! Invierten unos 30 millones de euros politica.elpais.com  en la instalación y elevación de la verja de tres a seis metros, más lo que inviertan ahora con la reintroducción de las cuchillas, y según el proyecto de Presupuestos Generales del Estado, en 2014 la política de cooperación al desarrollo volverá a sufrir un nuevo recorte por la crisis. ¿Tiene lógica? ¿Es que no entienden que mientras persista el subdesarrollo extremo y la enorme brecha entre los países ricos y los países pobres, estas personas seguirán arriesgando sus vidas a cambio de una posibilidad, entre miles, de poder cambiar su situación?

        El pasado 3 de octubre nos impactó profundamente el terrible naufragio de Lampedusa. Un barco con unas quinientas personas procedentes de Eritrea y Somalia  que naufragó ante la costa de la isla italiana de Lampedusa. Entre muertos y desaparecidos, unas trescientas cincuenta personas. Lo más terrible y denigrante, que algunos barcos de pescadores oyeron gritos de auxilio y lo ignoraron por miedo a ser castigados por la actual legislación italiana aprobada en 2008. El viernes por la tarde, solemnemente, el primer ministro de Italia, Enrico Letta, anunciaba que todos los fallecidos en el naufragio tendrán derecho a “funerales de Estado” y recibirían la nacionalidad Italia. Y justo, a la misma hora, la fiscalía de Agrigento (Sicilia) acusaba a los 114 adultos rescatados de un delito de inmigración clandestina, que pude ser castigado con una multa de hasta 5.000 euros y la expulsión del país. ¡Es inaudito! ¿Puede existir mayor hipocresía? ¡Dios qué  falta de coherencia y de lógica! Qué vergüenza de la Europa que deja morir en el mar a los que huyen de la guerra o el hambre. Este hecho me confirma sin lugar a duda, que vivimos en un mundo de inconscientes; en un mundo desmedido de necios y mentecatos

        El problema de la inmigración que hoy es inevitable y que en un futuro próximo no hará sino crecer, no podemos ni debemos verlo cruzados de brazos. Tenemos que hacer oír nuestra voz de denuncia ante tantas injusticias como se están cometiendo; actuar activamente para que nuestro país y la Unión Europea no aflojen su política de cooperación al desarrollo ni su política integral hacia África; seguir promoviendo la integración y plena ciudadanía de los recién llegados, y reclamar la recuperación del derecho a la asistencia sanitaria a toda persona, con independencia de su situación administrativa. No podemos ni debemos permitir que mueran personas por falta de asistencia médica como ha sido el caso de Piotr Piskozub, un ciudadano polaco que tenía solo 23 años y que falleció víctima de una situación de no acceso a sus derechos humanos cuando hacía cola para recibir el almuerzo en un albergue de Sevilla. Piort había pasado la noche en el Servicio de Urgencias con una importante dolencia, y no se le dejó ingresado. Varias horas después Piotr fallecía aquejado de una neumonía, según reveló la autopsia. El cuerpo de Piotr pesaba 30 kilos al morir. ¿Cómo es posible que en una sociedad llamada democrática en sólo dos años se deteriorase tanto la salud de éste joven? ¿Dónde estaba la protección y el soporte de la administración pública? Piotr vino a éste país en busca de una vida mejor y se encontró con la muerte. Una muerte política, una muerte que se podía haber evitado. En principio los periódicos no le ponen nombre, es un “indigente”. Y este término nos descarga de responsabilidad y pasamos página. Si esta sociedad se mide en cómo trata a sus más desfavorecidos, me pregunto: ¿qué clase de sociedad estamos construyendo?

        Promovamos el derecho de las personas a la libre movilidad como establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y levantemos nuestras voces por un mundo compartido, sin muro. Un mundo digno para la humanidad.

                                                          Maite García Romero

domingo, 20 de octubre de 2013

Queridísimos políticos


Vivimos en un mundo enfermo cuya sintomatología de contradicción e hipocresía indica el detrimento moral y ético al que se está llegando. Las pérdidas que está causando esta crisis han sido motivadas por el dinero y el capital, pero en mayor medida por la falta de ética y la desvergüenza de quienes han tenido la mayor responsabilidad en este desastre. Vemos cómo se disparan las desigualdades, la pobreza, todas las cargas del desastre económico que vive este país recaen exclusivamente sobre  la ciudadanía, en especial las clases más desfavorecidas, las cuales están siendo sometidas a una presión muchas veces insoportable. Vemos como el Gobierno del PP castiga sin misericordia a los pensionistas, único apoyo de muchas personas sin trabajo y sin subsidio; a los enfermos, a los inmigrantes, a quienes tienen dependientes a su cuidado; vemos cómo castiga las rentas más bajas, a los más indefensos y desfavorecidos, a los más necesitados de protección. Pero ojo, también vemos cómo aprueban una Ley de amnistía fiscal para grandes defraudadores y cómo a los clubes de fútbol se les permite dejar de pagar a Hacienda y la Seguridad Social durante años. Y el colmo de los colmos es que ahora vemos también cómo se persigue y multa a los jubilados retornados de la emigración, para que cumplan con Hacienda.
     Extraigo algunas de las afirmaciones que el presidente Rajoy largó durante la entrevista que mantuvo el pasado lunes día 14 de octubre con el diario austriaco Kurier:   "No sólo condeno la corrupción, sino que también la combato con un plan nacional para fortalecer la Democracia". "Soy consciente de que exigimos sacrificios a los ciudadanos, pero somos cuidadosos de repartir las cargas de forma justa". “El déficit se ha reducido claramente. Se pudo recapitalizar a los bancos arruinados. Las medidas radicales han valido la pena”.
     ¿Creen de verdad los políticos que los ciudadanos somos tan ingenuos? Cada vez que nuestros políticos sueltan una de sus eminentes proclamas, tengo la impresión de que se están dirigiendo a niños de guardería o a tontos de remate. Léase este ejemplo: "Este Gobierno tiene una extraordinaria sensibilidad con la gente, me consta y sé que es el único desvelo que tiene. Hay gente que pierde mucho tiempo hablando y mientras el Gobierno está trabajando", Alfonso Alonso, Portavoz del PP en el Congreso. (elmundo.es)  
     El pasado 19 de septiembre el BOE publicaba una resolución del Ministerio de Sanidad en la que se establece el copago farmacéutico para los pacientes no hospitalizados a partir del 1 de octubre como reforma “necesaria” para la recuperación económica cuando en realidad no es otra cosa que un atentado a los derechos humanos. Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España: “Estamos hablando de violaciones de derechos humanos, no de recortes”. Si no era suficiente lo que hemos tenido que tragar, ahora viene la ministra Ana Mato con este nuevo plan de tortura: los pacientes no ingresados en hospitales deberán pagar un 10 %  (con un máximo de 4,20 euros por envase) por los medicamentos dispensados en las farmacias hospitalarias para tratar enfermedades graves o crónicas como el cáncer, la leucemia o la hepatitis crónica. ¿No resulta paradójica esta medida anticristiana en un partido que se declara abiertamente católico? Eso sí, la ministra  puntualiza: "Aunque un medicamento cueste 3.000 o 30.000 euros o 35 o 43.000 que es lo que cuestan los medicamentos a los que nos estamos refiriendo, ningún paciente –precisó– va a pagar más de 4 euros” (gracias, ministra, es usted muy generosa). Y con esa demagogia tan típica de los políticos que consiste en justificar sus fracasos de tal modo que parezcan incluso triunfos, nuestra cuca ministra replica resueltamente que todas las medidas adoptadas en la reforma sanitaria han tenido un efecto positivo, así como las medidas adoptadas en materia de farmacia con la que se ha logrado en un año más de 2.000 millones de euros (es curioso, cuando el ciudadano mata al toro el político se lleva el rabo y las orejas). Y estas medidas –añadió- se han tenido que  poner en marcha para paliar la deuda de 16.000 millones que los socialistas "dejaron como herencia".
     Sra. Mato, a ver si logro entenderla, ¿está queriendo decir que los sectores más vulnerables de la sociedad son los responsables de la deuda que dejaron los socialistas? Es lo que parece, pues son estas personas quienes en realidad están pagando el pato con esas bárbaras medidas aplicadas desde el pasado año. [Los recortes inhumanos de Cospedal] Y ahí no queda la cosa, no. Es que ahora, pasado un año, y visto el resultado tan positivo que, según usted, se ha obtenido en materia de farmacia, no ha dudado en echar mano también de los enfermos con severo estado de salud para obligarles al copago de farmacias hospitalarias y llenar más rápido las arcas. ¡Qué tremenda carencia de valores humanos!
     Respóndame, ministra, ¿alguna vez ha hecho el pequeño esfuerzo imaginativo de ponerse por un momento en la piel de todas esas familias de niños con cáncer? ¿Se ha planteado que este copago que usted ha puesto en marcha tan alegremente les supone 400 euros mensuales para poder afrontar la enfermedad? Esto ha desatado la indignación en la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer, desde donde lamentan que la normativa publicada en el Boletín Oficial del Estado “perjudique a los niños y adolescentes enfermos de cáncer”, y piden a la Administración que “se tenga en cuenta la vulnerabilidad de este colectivo y se les considere exentos del copago sanitario”. Y recuerda que siete de cada diez familias sufre repercusiones en su vida laboral y que un 30% deja el trabajo para cuidar a su hijo. ¿No le parece una absoluta vergüenza pretender remontar la crisis económica a costa de asfixiar y desangrar a los sectores más indefensos de éste país? Qué fácil es pedir que nos ajustemos el cinturón cuando vosotros respiráis a gusto porque lo lleváis desajustado. Qué fácil es aplicar medidas de recortes cuando vosotros lo más que os recortáis es el cabello o la barba. ¿Recuerdan las promesas de recortes en gastos superfluos que prometió la vicepresidenta del Gobierno Sáez de Santamaría como son los recortes en coches oficiales de hasta un 53 %? Pasado un tiempo vemos que la realidad ha sido bien distinta. Los Presupuestos Generales, presentados hace unos días, demuestra que la partida llamada “parque móvil del Estado” no sólo no descendía el presupuesto para coches oficiales sino que aumentaba de los 41,37 millones de euros en 2013 a los 42 millones previstos para el próximo año. ¿No es un insulto y un total menosprecio hacia los sectores más frágiles de la sociedad este despilfarro de coches oficiales, asesores, dietas, comidas, y tantas y tantas cosas absolutamente innecesarias? ¿No es una burla monumental que la única medida de recorte que se han aplicado los políticos sea la de eliminar la subvención a las bebidas alcohólicas de alta graduación que se incluía en los precios limitados de todos los menús y bebidas en la cafetería y restaurante del Congreso? Pero tranquilos, señores diputados, tranquilos que aún se mantiene la ayuda al vino y la cerveza. (elconfidencial.com)

     Señores del Gobierno, tan afanados estáis en la estrategia de la distracción, la mentira y el “tú más”, que no tenéis o no queréis tener oídos para escuchar el lamento de tantas personas que están sufriendo una pesadilla por culpa de vuestra pésima gestión. Esta crisis no es sólo económica, es principalmente moral: una crisis de honradez, de integridad, de generosidad, de justicia. Una ostensible falta de la más elemental consideración, que pisotea el mínimo de dignidad y respeto que merece cualquier persona.
     “La crisis se utiliza para reforzar el poder económico, pero también está sirviendo para levantar consciencias”, afirmó el obispo Pere Casaldáliga. Una gran verdad. A pesar de este ambiente de total desmotivación y desesperanza que respiramos, existe una ciudadanía combativa que está dando un ejemplo extraordinario de solidaridad con los más necesitados. Por ello mi reconocimiento y adhesión más sincera a todas y cada una de las personas que colaboran con Cáritas, Ángeles de la noche, Acción contra el hambre, bancos de alimentos, las Campañas Un kilo de Ayuda, Comedores sociales, “Entre todos” programa de solidaridad de TVE, etc. etc. Y por supuesto, a La plataforma de Afectados por la hipoteca PAH que tanto han conseguido y están consiguiendo.

                                                                    Maite García Romero


martes, 3 de septiembre de 2013

UN PEQUEÑO PASO PARA UN PAPA, UN GRAN PASO PARA LA HUMANIDAD

Por favor, lean estas palabras del Papa Francisco:

“Hemos creado nuevos ídolos. La antigua veneración del becerro de oro ha tomado una nueva y desalmada forma en el culto al dinero y la dictadura de la economía”.

"Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”

¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!

Quiero que se salga fuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que la Iglesia abandone la mundanidad, la comodidad y el clericalismo, que dejemos de estar encerrados en nosotros mismos”.

“En la curia hay gente santa, de verdad, hay gente santa. Pero también hay una corriente de corrupción, también la hay, es verdad. Se habla del 'lobby gay', y es verdad, está ahí hay que ver qué podemos hacer”

“Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica, otros no son creyentes de corazón, doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno”.

Los obispos y sacerdotes deben ser pastores y no lobos rapaces”.

¿Podemos hablar por fin de una apertura de la Iglesia o de un simple paréntesis en la historia del papado? Este nuevo estilo “transgresor” que marca su Pontificado desde el momento de asumir el cargo, tan alejado del lujo y el boato que reina en la Santa Sede es, según mi opinión, la prueba más fehaciente del comienzo de un cambio en el seno de la Iglesia. Que a diferencia de sus predecesores haya rechazado la mitra con oro y piedras preciosas, la muceta púrpura orlada con armiño, los zapatos y el sombrero rojos a medida y el pomposo trono con la tiara; que rehúya de los gestos patéticos y la retórica obsoleta y pretenciosa para hablar en la lengua del pueblo, y sobre todo, que el Jueves Santo lavara los pies a jóvenes reclusos, a mujeres, e incluso a una musulmana, –cuando el ritualismo vaticano de la Iglesia católica desde su fundación, había marginado a la mujer en estos rituales–, ha provocado tal rebote entre los sectores más radicales y conservadores de la Iglesia, que si ya a esta altura de mi vida hay pocas cosas que me sorprendan, la reacción de estos fundamentalistas, lo ha conseguido.

Los sectores más extremistas de la Iglesia miran con horror al papa Francisco. Que haga caso omiso a las reglas y normas de la Iglesia católica, actuando sin consultar ni pedir permiso a nadie para hacer excepciones sobre la forma en que las reglas eclesiásticas se relacionan con él, o que haya hecho un llamado público a la Iglesia católica a estrechar el diálogo y las relaciones con el Islam, está propiciando unas críticas –algunas excesivamente agresivas– y unos ataques a través de medios de comunicación, sitios webs y redes sociales, que hasta el Opus Dei ha prohibido a todas sus librerías "Troa" la venta del primer libro acerca del nuevo papa Francisco. Y lo curioso, lo que ha llamado mi atención y lo que me está haciendo escribir este artículo, es que precisamente este papa, sin declamar grandes discursos dogmáticos ni elucubraciones abstractas, es el más coherente con el Evangelio, el más cristiano después de Juan XXIII. ¿Quizás sea por ello –me pregunto– que molesta a los mismos que Jesús molestó: a los fariseos? 

Si estos radicales se sienten incapaces para experimentar la religión en esencia, en libertad, sin ideologías de un color u otro, si sólo se identifican con las leyes, las reglas, los dogmas sin ni siquiera cuestionarlas con la vida, la razón o la lógica, ¿qué sentido tiene entonces la Palabra de Jesús para ellos? Es sorprendente conocer que durante el pontificado de Juan Pablo II más de 140 teólogos han sido silenciados –actualmente ya van más de 500 a decir de José Luis Vigil–.  ¿No va siendo hora de que la Iglesia  católica deje de ser tan jerárquica, centralista y absolutista? ¿Por qué siguen afirmando que siempre fue así y así tiene que seguir siendo? Cada vez son más los colectivos católicos que reclaman una Iglesia a la par de la sociedad en la que vivimos, es decir con plena igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Una Iglesia menos preocupada en mecanismos demasiados estructurados y jerarquizados en lo “establecido”, una Iglesia que no haga lo contrario de lo que predica, una Iglesia que no siga educando a través del miedo: de la amenaza, del chantaje emocional, del remordimiento –como a mí me educaron–. ¿Cómo se le puede temer a Dios cuando precisamente Dios es amor y el amor es Dios? No digo con esto que se pretenda reinventar una nueva Iglesia. Lo que sí digo, es que no se siga sesgando tanto la realidad del Evangelio.

No sé si el nombramiento del papa Francisco, con su actitud reformista, conciliadora, su opción por los pobres, su sobriedad, humildad y capacidad de escucha, vaya a servir para un cambio profundo en la Iglesia o al menos para intentar poner un mínimo de coherencia entre la Curia Romana y la Palabra de Cristo. No lo sé, habrá que darle tiempo. Pero, por lo pronto, este pasado sábado 31 de agosto de 2013, el papa Francisco ha puesto fin a la etapa del todopoderoso y controvertido Tarcisio Bertone, salpicado por el escándalo Vatileaks, con el nombramiento del nuncio en Venezuela, el italiano Pietro Parolin, como nuevo secretario de Estado. Por ello es que vislumbro la primacía de una Iglesia carismática y servidora por encima de una Iglesia principesca y alejada de la gente. Puede decirse que Francisco ha entreabierto las ventanas de la Iglesia y algo de  aire del Espíritu se ha respirado. Sí, ya sé que evidentemente no bastan esos gestos de sencillez y cercanía, que convendrá que afronte los cambios profundos que necesita la Iglesia. Y sobre todo, que los avances y aire frescos que trajo el Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII, no se continúe frenando como se ha venido haciendo en los dos últimos pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

                                                     Maite García Romero

jueves, 23 de mayo de 2013

¿Los derechos humanos tienen fronteras?



Amnistía Internacional acaba de publicar su Informe Anual 2013. En él asegura que el mundo se está convirtiendo en un lugar cada vez más peligroso para las personas refugiadas y migrantes, y para las que pierden sus hogares tras sufrir desalojos forzosos. El respeto a la soberanía de un Estado no puede ser utilizado como excusa para la inacción o la violación de derechos humanos. El Consejo de Seguridad de la ONU debe oponerse a los abusos que destruyen vidas y obligan a la gente a huir de sus hogares. Eso significa rechazar doctrinas carentes de moral que aseguran que el asesinato en masa, la tortura y el hambre son meros “asuntos internos” de los Estados.

Es una ironía que les resulte más difícil cruzar una frontera a los refugiados que a las armas que contribuyen a generar violencia y obligan a las personas a huir de sus hogares.

Por si fuera poco, con la excusa de la crisis económica, los Gobiernos de muchos países están impulsando medidas que en ocasiones dan la espalda a la protección de derechos como el acceso a la salud o a una vivienda digna. Medidas que afectan sobre todo a las personas más vulnerables, como las que han tenido que abandonar su hogar.

En España el Decreto Ley que limita el acceso a la atención sanitaria gratuita a personas inmigrantes en situación irregular, o la situación de indefensión frente a los desalojos en la que se encuentran miles de personas son algunos ejemplos.

Frente a este panorama hostil para los derechos humanos, se ha producido una respuesta ciudadana que los Gobiernos no solo no han escuchado, sino que han intentado reprimir o deslegitimar. Ya es hora de que los gobernantes, también en España, se pongan del lado de las personas, de todas.


                                                             Maite García Romero

domingo, 19 de mayo de 2013

Yo exijo respeto a la Igualdad de Derechos, ¿y tú?

El pasado 17 de mayo se celebró el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, instándose a todos los países a revocar las leyes que discriminan a homosexuales y transexuales y a castigar los actos de violencia de que son víctimas esas personas. Porque si bien algunos países otorgan los mismos derechos civiles a toda la población independientemente de su orientación sexual o identidad de género, es más que sabido como aún, al día de hoy, persiste la desigualdad de trato.

Hasta el 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideraba la homosexualidad una enfermedad mental. Y de esto hace solamente 23 años. Terminar con la homofobia y la intolerancia a la transexualidad es un imperativo de justicia que llevará todavía su tiempo. Incluso en Europa, donde la tolerancia y la integración es elevada, los homosexuales sienten la discriminación en sus vidas cotidianas. El 47% de los ciudadanos de la Unión Europea así lo perciben, según la Agencia de los Derechos Fundamentales, y el 44% dice sufrir burlas, comentarios despectivos o conductas negativas en su entorno.

La homosexualidad sigue siendo ilegal en 78 países (el 40% del total), según datos de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gais y Transexuales. En algunos de ellos, como Uganda o Camerún, la caza al homosexual se traduce en el acoso permanente y se salda con detenciones, palizas o asesinatos. En cinco países —Mauritania, Sudán, Arabia Saudí, Yemen e Irán— y en zonas de Somalia y Nigeria las relaciones homosexuales se castigan con pena de muerte.

Amnistía Internacional considera que las personas detenidas o encarceladas en virtud de este tipo de leyes son presas de conciencia y trabaja para lograr su libertad inmediata e incondicional. La despenalización es esencial como un primer paso en el camino hacia la igualdad plena de lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero. (homofobia-generalizada)

“Toda persona debe poder disfrutar de todos los derechos humanos consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Y sin embargo, millones de personas de todo el mundo se enfrentan a la ejecución, el encarcelamiento, la tortura, la violencia y la discriminación por su orientación sexual o identidad de género”.

                                                                Maite García Romero

viernes, 1 de febrero de 2013

LA POLÍTICA DE LA INVOLUCIÓN

El pasado 20 de enero la Iglesia celebró la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado 2013. El mensaje de Benedicto XVI exhorta a una “solidaridad universal” como principio fundamental de que “todo migrante es una persona que, como tal, posee unos derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación”. Sin embargo, este mensaje topa en la práctica con unas políticas y leyes totalmente injustas que están poniendo en peligro el ejercicio de los derechos fundamentales del ser humano como es el actual proyecto de reforma del Código Penal, así como el Decreto Ley (16/2012) sobre medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del sistema nacional de Salud, que más allá de racionalizar el gasto, lo que consigue es dejar sin atención sanitaria a aquellas personas que no disponen ni de documentos ni de medios económicos. Con lo cual, pienso, que ningún ahorro económico por cuantioso que sea, compensará la manera en la que esta medida envilece a nuestra sociedad.

Me pregunto por qué un gobierno afín a la Iglesia católica demuestra esa carencia de valores humanos al emplear semejante táctica política dirigida, prioritariamente, a mantener los privilegios de las oligarquías políticas, financieras y monopolista, en medio de una crisis devastadora que ha disparado las cifras de pobreza y desigualdad en nuestro país ¿Es de suponer que para ser un buen católico basta con ser pro-vida y pro-familia y lo demás no importa? Digo esto porque tampoco me cuadra la reforma de la Ley del aborto del Ministro de Justicia Ruiz Gallardón, sustentada en la teórica defensa del no nacido, donde la malformación del feto no será ya un supuesto para abortar. De acuerdo; pero me pregunto: ¿y qué pasa con posterioridad al nacimiento cuando son discapacitados? ¿Qué pasa con los derechos que deben ser destinados a estos niños de forma inviolable y personal? ¿Es que una vez nacidos ya no tiene razón ser defendidos? ¡Cómo es posible que se les recorten las ayudas económicas a estas criaturas, por Dios! Según el cardenal Antonio Cañizares la propuesta del Ministro de Justicia sobre la reforma de la ley del aborto para excluir como causa la malformación del feto es "muy razonable" y piensa que es "lo mínimo que se debe hacer". "¡Qué menos!", exclamó en respuesta a preguntas de los periodistas tras pronunciar una conferencia en uno de los cursos de verano de la Universidad Católica en Santander. (Religión Digital) Sin embargo, que yo sepa, monseñor Cañizares no ha exclamado nunca un “qué menos” exigiendo los derechos de estos niños discapacitados. ¿Por qué? ¿Es que acaso esto no es razonable también? ¿No es lo mínimo que se debe hacer?

Yo esperaba que la Conferencia Episcopal Española —a quien se le supone una autoridad moral importante— levantara su voz en contra de estas medidas tan injustas y desiguales que se están llevando a cabo. Pero no. El cardenal Rouco Varela ha levantado la voz para mostrar su confianza y complicidad en que “los recortes económicos y sociales ordenados por el Gobierno contribuyan a mejorar la situación de las personas y las familias para poder superar la crisis”, como dijo el pasado 07/2012 durante el curso de verano de la URJC en Aranjuez. Ni siquiera la CEE ha hecho una llamada contundente a la justicia y a la honestidad de los dirigentes políticos. ¿Por qué ese mutismo, esa incapacidad de la Jerarquía católica para articular un mensaje social decisivo y claro contra tanta injusticia y corrupción política? Cada vez que leo un documento de la CEE o cualquiera de las declaraciones pública de los obispos, las únicas censuras y condenas que encuentro son siempre las mismas: las relaciones sexuales prematrimoniales, métodos anticonceptivos, matrimonio homosexual, divorcio, interrupción voluntaria del embarazo, el matrimonio de los sacerdotes, el sacerdocio de las mujeres, la fecundación in vitro, la investigación con células embrionarias y la eutanasia. ¿Es que no son capaces de ir más allá? Me gustaría encontrar alguna vez un respaldo a la escuela pública, a la sanidad, a la educación sexista, a las leyes de igualdad de género y a los derechos de toda persona ante la Ley.

Uno puede creer en Dios o no, pero más allá de la religión y de las creencias personales uno siempre debería creer en todas esas organizaciones religiosas que están trabajando día y noche en las trincheras contra la exclusión social, con emigrantes, hambrientos, desahuciados, sin techo y enfermos. Todas esas personas bienhechoras que son parte de la misma Iglesia pero que habitan universos paralelos, son las que en cierto modo salvan la cara a una Iglesia católica cuyo poder ha llegado a usurpar el espacio entre Dios y el hombre.

Se han vulnerado los derechos del niño con discapacidad. Se han vulnerado alegando a la crisis económica que padece este país. Se han vulnerado vilmente mientras los bancos robaban “legalmente” a los ciudadanos y algunos políticos “capacitados” robaban a las arcas públicas con total impunidad. Si en el estudio de la evolución humana ocuparse de los débiles y de los enfermos es un criterio de humanización, ¿podemos concluir diciendo que estamos en una etapa de involución y deshumanización? Me cuestiono y me alarma la naturalidad con la que estas líneas rojas son traspasadas actualmente. ¿Hasta dónde se pretende llegar?


                                                                          Maite García Romero