martes, 30 de septiembre de 2008

ACCIDENTE AÉREO EN BARAJAS

Mi más sentido pésame, y todo mi apoyo y cariño a los familiares de las víctimas de este terrible accidente.

Si cualquier pensamiento sobre la muerte solemos esquivarlo como algo ajeno a nosotros, una tragedia como esta nos zarandea tan bruscamente que hace que, aunque sea por un breve espacio de tiempo, en nuestro interior bulla calladamente la reflexión en busca de entendimiento y explicación. Ver que en un instante la vida puede esfumarse nos coloca delante del todo o la nada, del sentido o del sinsentido de nuestra existencia, ¿Por qué? —nos preguntamos— ¿Qué razón tiene esto? ¿Es la muerte el fin de todo, o es cerrar los ojos para ver mejor? Quizás sólo tengamos dos opciones en nuestras manos: o rendirnos a la duda, o aferrarnos a la esperanza.

Y mientras que para muchos esta tragedia les hace reflexionar, para otros (por fortuna los menos) es utilizada en su provecho político, especulando y creando confusión. La responsabilidad y madurez de un político, o un medio de comunicación, en un caso como este, requiere la suficiente grandeza moral para saber actuar con sumo respeto ante el dolor de tantas personas, procurando en todo momento un ambiente de cooperación y tolerancia, y no competitivo. Es más, lo ideal sería que los líderes políticos, así como religiosos, fuesen modelos de conductas en situaciones como esta, ya que ejercen grandes influencias en la sociedad.

Y por último una pequeña reflexión: ¿no sería aconsejable tener en cuenta que habiendo entre las víctimas fieles de religión musulmana y protestante, el funeral católico organizado por el Arzobispado de Madrid, se abriese también a ambos credos?

En fin, pienso que si ante una catástrofe los políticos actúan como mediadores responsables y honestos, lograrán, sin lugar a duda, la confianza y el reconocimiento del pueblo.


                                              Maite García Romero

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